Los científicos del CERN vuelven a poner en marcha el
Gran Colisionador de Hadrones (GCH). El aparato, que ya encontró el
bosón de Higgs en el año 2013, ahora servirá para localizar
microagujeros negros que no solo podrán revelar universos paralelos,
sino también poner en duda la famosa teoría del Big Bang.
El descubrimiento de dichos microagujeros a
cierto nivel de energía es un paso adelante para probar la teoría de 'la
gravedad arco iris', según la cual nunca ha existido nada parecido a un
punto determinado del comienzo del universo, y que, en realidad, el
universo se mueve hacia atrás en el tiempo de manera indefinida.
La teoría de 'gravedad arco iris' se basa en la suposición de que el
efecto de la gravedad sobre el cosmos puede sentirse de forma diferente
en relación a la longitud de las ondas de luz.
En cierta medida esta teoría busca conciliar la teoría general de la relatividad de Einstein y la mecánica cuántica.
"Hemos calculado la energía con que esperamos detectar estos
microagujeros negros en la 'gravedad arco iris'. Si los detectamos, será
cierto que ambos (gravedad arco iris y las otras dimensiones) existen",
explica a Phys.org el
doctor Mir Faizal, profesor de la Universidad de Waterloo. "Suponemos
que la gravedad es capaz de filtrarse en otras dimensiones. Si es así,
podremos producir agujeros negros en el GCH", añade el científico.
Esta vez en el CERN se proponen doblar la energía de colisión después
de una profunda mejora de las instalaciones realizada durante los dos
últimos años. Con el nuevo experimento los científicos esperan encontrar
la primera prueba de la existencia de otra realidad fuera de nuestro
universo.